Me recosté levemente sobre el asiento, casi apoyando mi cabeza. Cerré por un momento mis ojos, y un suspiro vehemente se me escapó de los labios. Las campanadas del cruce ferroviario indicaban que el tren estaba próximo a pasar, y una idea terrible se coló de repente en mi mente. Negué como por inercia, haciendo un movimiento de lado a lado intempestivamente, solo por un instante. Pero si alguien me hubiera estado viendo, habría pensado sin duda que estaba loco.
Y en parte habría tenido razón. No hay nada que te ponga mas loco que un corazón roto. Es un dolor que no se calma con ningun medicamento, y que rastrilla todo tu ser llevándose toda cordura consigo. Jamás en mi vida se me pasó por la cabeza acelerar sabiendo que un tren inmenso estaba por cruzar.
Mi pie derecho se posó automáticamente en el acelerador. Evidentemente una parte de mi no creía que fuera una mala idea. Debe ser esa misma parte que no soporta ver las fotos de ella abrazada al otro. A ese hijo de puta que me la robó.
Pienso en eso y el desagrado invade mi rostro. Nariz fruncida, mordiendome el labio inferior, los ojos inyectados en sangre. Si alguno me hubiera estado viendo, habría pensado que estaba muy enojado y con mucha ira.
Y en parte habría tenido razón. Estaba muy enojado con ese tipo que alguna vez me llamó amigo. Le abrí las puertas de mi casa, de mi vida, y así me pagó. Hijo de puta.
Mi mano derecha puso primera. Recién en ese momento detecté que la parte de mi que creía que era buena idea avanzar haciendo caso omiso a esa barrera baja era lo suficientemente grande como para no tener control. Mi corazón empezó a acelerarse, y mis fosas nasales a abrirse demasiado. Mi mano izquierda acariciaba el volante ateriopelado de manera nerviosa. Si alguien me hubiera estado viendo, se habría dado cuenta que me estaba muriendo de angustia, dolor y sobretodo miedo.
Y habría tenido toda la razón. El miedo que siempre me paralizó, ahora me estaba llevando a hacer algo que jamás me hubiera imaginado. Busqué desesperadamente algo en mi actualidad que me permita aferrarme a la vida. Mis madre falleció en pandemia. Mi padre cuando era chico. Hijos no tuve, hermanos tampoco. Solo una ex mujer y un ex amigo. Hijos de puta. Una lágrima de despedida comenzó a rodar por mi mejilla. Si alguien me hubiera estado viendo...
De repente, mis ojos se cruzaron con el espejo retrovisor, y una pasajera con la sonrisa mas hermosa del mundo se me acercó justo en ese momento. Con voz cálida y amable me preguntó: "Señor conductor, ¿podría abrirme en la próxima parada por favor?"
Asentí ruborizado, y la seguí viendo por el espejo retrovisor mientras el tren cruzaba inadvertido frente a nosotros., ignorando para siempre lo que había estado a punto de pasar. Esa sonrisa hermosa me salvó la vida, y una luz de esperanza nació en mi.
Ella caminó hacia la puerta de atrás del autobus, y se abrazó a un hombres. La esperanza me duró poco, mi corazón se volvió a romper. Pero el tren ya había pasado, y con él el peligro inminente de mi estado emocional. Miré hacia adelante, preparandome para avanzar una vez que se levante la barrera.
Pero nunca se levantó. Y la campana comenzó a sonar nuevamente. El tren del otro lado estaba por pasar.
Si alguien me hubiera estado viendo la cara, habría bajado del autobus inmediatamente...
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