Narraciones al viento

Una biblioteca de cuentos cortos para leer en cualquier lado...
Miguel Ángel Fernández

El paraguas poderoso.



Por  M!     abril 09, 2023    Labels: 

“¡No sabés lo que me pasó!

Ayer por la mañana tomé un colectivo por primera vez, y al sentarme en el único asiento libre, descubrí un paraguas olvidado a los pies. Era un paraguas normal, de esos amplios, con manija curva. Sin embargo, a pesar de que mi primera intención fue llevárselo al colectivero para que lo tenga y lo devuelva en caso de que aparezca el dueño, decidí quedarmelo. Fue raro, pero después entendí todo.

Al bajarme, mientras jugueteaba con el paraguas cerrado, crucé una calle y la parte curva del mango se enganchó en la cartera de una señora… con tanta mala suerte que cayó de bruces al suelo. Bah, mala suerte… en realidad buena suerte, porque en ese instante pasó una moto a toda velocidad muy cerca nuestro, y si la vieja no se enganchaba con el paraguas la hubiera atropellado seguramente. De hecho, la doña me agradeció y me regaló un caramelo de procedencia dudosa. Yo, por supuesto, acepté con una sonrisa.

Esa fue la primera situación extraña del día.

Luego, caminando distraídamente, pensando en el suceso anterior, ocurrió otra cosa. El paraguas se me escapó de la mano, enredándose entre las piernas de un pobre hombre que estaba corriendo, que por supuesto tropezó y se dió un golpazo contra la puerta de un negocio. Quedé helado, sin reacción. Detrás del hombre llegó corriendo casi sin aire otro hombre de mayor edad, que intentando recuperarse a bocanadas, me sonrió. Y tras un enérgico gracias, agarró la billetera de las manos del primer hombre, la limpió y se la puso en el bolsillo. Tomó mi paraguas y me lo devolvió. De lo demás se encargó la policía, quienes me indagaron sobre cómo había atrapado al ratero.

Héroe, por segunda vez en un día.

Para ganar el tiempo que había perdido, me metí en un callejón por el cual hacía un atajo. Como en las películas, había una mujer acorralada por dos malhechores, a los que enfrenté con mi paraguas, blandiéndolo como si fuera un sable. Obviamente, a esa altura ya tenía una confianza desmesurada en el poder del paraguas, y confiaba plenamente en que iba a salir victorioso. Y así fue, porque con un movimiento veloz de esgrima pude desarmar a uno de los ladrones y sacarle su cuchillo, e inmediatamente ambos huyeron despavoridos, sin entender un soto lo que pasó.

La chica, me agradeció con un abrazo tan fuerte que casi me rompe las costillas; y sí, le saqué su número.


Luego, gracias a ese paraguas tan misterioso, salvé a nueve personas más. Todas fueron por haber utilizado el paraguas. 

Cuando llegué a casa, luego de haber sido un héroe diez veces, con el paraguas en mi mano y una soberbia inmensa, me metí de una en mi habitación y comencé a flashear con trajes de superhéroes, y cómo iba a crecer mi popularidad a través de las redes, y cómo iba a conocer seguramente a Julia Roberts y a enamorarla con mis encantos de salvador popular y peronista, carajo.

Decidí finalmente, para no complicarme mucho, usar ropa normal, sin marca… por si alguna empresa me quiere esponsorear. Un poco de dinero no viene mal.

Me fui a dormir, abrazado al paraguas.

Hoy me levanté. Un día de sol increíble, pero llevé el paraguas igual. Tenía que seguir forjando mi leyenda. Iba a ir a mi trabajo a renunciar. Un héroe tiene que tener tiempo para ejercer. Las cosas a mitad de camino no salen bien. Me tomé un colectivo para ir más rápido, y la verdad pasó volando el tiempo. Es sabido que uno cuando sueña despierto, y planifica un futuro de cosas estupendas… se distrae.

Me bajé del colectivo y adviná que…

Sí, me olvidé el paraguas en el asiento.

Qué pena...”


Sobre M!

Escritor amateur, licenciado en recursos humanos, técnico electrónico y docente universitario, un ecléctico apasionado por la belleza de la humanidad.

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