Era un martes como cualquier otro. Caminaba despacio hacia la panadería, a comprar un cuarto de kilo de pan. Estaba soleado, aunque un poco fresco. Yo iba en alpargatas, pantalones cortos y musculosa, bastante informal. Si hubiera sabido que me iban a secuestrar, me hubiera vestido un poco mejor… Un auto negro me interceptó y, en cuest
