Me recosté levemente sobre el asiento, casi apoyando mi cabeza. Cerré por un momento mis ojos, y un suspiro vehemente se me escapó de los labios. Las campanadas del cruce ferroviario indicaban que el tren estaba próximo a pasar, y una idea terrible se coló de repente en mi mente. Negué como por inercia, haciendo un movimiento de lado a lado intempestivamente, solo por un instante. Pero si alguien me hubiera estado viendo, habría pensado sin duda que estaba loco.
Y en parte habría tenido razón. No hay nada que te ponga mas loco que un corazón roto. Es un dolor que no se calma con ningun medicamento, y que rastrilla todo tu ser llevándose toda cordura consigo. Jamás en mi vida se me pasó por la cabeza acelerar sabiendo que un tren inmenso estaba por cruzar.
Mi pie derecho se posó automáticamente en el acelerador. Evidentemente una parte de mi no creía que fuera una mala idea. Debe ser esa misma parte que no soporta ver las fotos de ella abrazada al otro. A ese hijo de puta que me la robó.
Pienso en eso y el desagrado invade mi rostro. Nariz fruncida, mordiendome el labio inferior, los ojos inyectados en sangre. Si alguno me hubiera estado viendo, habría pensado que estaba muy enojado y con mucha ira.
Y en parte habría tenido razón. Estaba muy enojado con ese tipo que alguna vez me llamó amigo. Le abrí las puertas de mi casa, de mi vida, y así me pagó. Hijo de puta.
Mi mano derecha puso primera. Recién en ese momento detecté que la parte de mi que creía que era buena idea avanzar haciendo caso omiso a esa barrera baja era lo suficientemente grande como para no tener control. Mi corazón empezó a acelerarse, y mis fosas nasales a abrirse demasiado. Mi mano izquierda acariciaba el volante ateriopelado de manera nerviosa. Si alguien me hubiera estado viendo, se habría dado cuenta que me estaba muriendo de angustia, dolor y sobretodo miedo.
Y habría tenido toda la razón. El miedo que siempre me paralizó, ahora me estaba llevando a hacer algo que jamás me hubiera imaginado. Busqué desesperadamente algo en mi actualidad que me permita aferrarme a la vida. Mis madre falleció en pandemia. Mi padre cuando era chico. Hijos no tuve, hermanos tampoco. Solo una ex mujer y un ex amigo. Hijos de puta. Una lágrima de despedida comenzó a rodar por mi mejilla. Si alguien me hubiera estado viendo...
De repente, mis ojos se cruzaron con el espejo retrovisor, y una pasajera con la sonrisa mas hermosa del mundo se me acercó justo en ese momento. Con voz cálida y amable me preguntó: "Señor conductor, ¿podría abrirme en la próxima parada por favor?"
Asentí ruborizado, y la seguí viendo por el espejo retrovisor mientras el tren cruzaba inadvertido frente a nosotros., ignorando para siempre lo que había estado a punto de pasar. Esa sonrisa hermosa me salvó la vida, y una luz de esperanza nació en mi.
Ella caminó hacia la puerta de atrás del autobus, y se abrazó a un hombres. La esperanza me duró poco, mi corazón se volvió a romper. Pero el tren ya había pasado, y con él el peligro inminente de mi estado emocional. Miré hacia adelante, preparandome para avanzar una vez que se levante la barrera.
Pero nunca se levantó. Y la campana comenzó a sonar nuevamente. El tren del otro lado estaba por pasar.
Si alguien me hubiera estado viendo la cara, habría bajado del autobus inmediatamente...
En un remoto paraje, antes del amanecer, donde el viento susurraba secretos oscuros entre los árboles y el cielo siempre parecía estar nublado, se erguía una casa de campo con apariencia tétrica. Sus ventanas poseían rajaduras, y las maderas crujían al menor toque, como si la misma casa se quejara de su propio estado de ruina.
El camino que conducía a la casa estaba cubierto de maleza y apenas visible, como si la naturaleza quisiera ocultar lo que allí se encontraba. Los insectos surcaban los alrededores y un gallo de plumas doradas se acercaba peligrosamente a la casa. Era un animal que nunca estuvo domesticado.
El gallo alcanzó finalmente la puerta principal de la casa, que estaba entreabierta, oscilando suavemente con el viento. La empujó con su pico y entró.
El interior de la casa estaba decorado muy toscamente. La luz era tenue gracias a unas velas que estaban a punto de apagarse. La luna aportaba con su luz, filtrándose a través de una ventana rota, e iluminaba directamente una mesa en el centro de la sala. Sobre esta, una escena inesperada: platos y cubiertos dispuestos, como si alguien hubiera preparado una cena reciente. En el centro de la mesa, una bandeja plateada sostenía una gallina cocinada, su piel dorada y crujiente reflejando la luz proveniente del astro.
El gallo, al reconocer a su congénere en la bandeja, sintió un escalofrío recorrer sus plumas. La visión era grotesca y antinatural, una profanación de su propia especie. Un sentimiento de profunda indignación y terror se apoderó de él y abriendo el pico, lanzó un grito tan potente y estridente que resonó en todo el campo.
Desde ese entonces, a causa de ese cacareo tan potente, los vecinos de la región comenzaron la creencia de que los gallos cantan al amanecer.
Sin saber que en realidad son gritos de terror y dolor.
María caminaba por los pasillos de la Universidad cargando con su mochila repleta. Su mirada pasaba de una hoja escrita a mano que tenía en sus manos a los números que figuraban encima de las puertas de cada aula.
Luego de varios umbrales equivocados, sus ojos se encontraron con los de un joven que se hallaba apoyado en el marco de la puerta correspondiente al aula 205. En ese instante, su sistema nervioso simpático se activó, desencadenando una serie de reacciones fisiológicas.
El sistema límbico de María, específicamente el núcleo accumbens y la amígdala, comenzó a liberar dopamina en cantidades significativas. Esta neurotransmisión provocó una sensación de placer y motivación, estimulando su sistema de recompensa cerebral. La dopamina se unía a los receptores D1 y D2 en las vías mesolímbicas, generando una sensación de euforia y aumentando su estado de alerta.
Sin saberlo, estaba abriendo la boca levemente como quién mira una obra de arte magnánima en un museo.
Simultáneamente, el sistema endocrino de María liberó cortisol en respuesta a la excitación y al estrés asociado con esta experiencia. Sus glándulas suprarrenales secretaron esta hormona del estrés, elevando su presión arterial y estimulando la liberación de glucosa en sangre para proporcionar energía adicional. Esta respuesta fisiológica le confería una mayor agudeza mental y una sensación de urgencia.
Se acercó unos pasos al muchacho, y el sistema nervioso autónomo de María también se activó, causando la dilatación de sus pupilas mediante la acción del músculo dilatador del iris. El flujo sanguíneo se desvió hacia los músculos esqueléticos en preparación para una posible respuesta de lucha o huida. Esta reacción tuvo un efecto en su percepción visual, haciendo que la figura del joven pareciera más nítida y llamativa.
Unos pasos más, y ya una distancia de menos de un metro. Su sistema cardiovascular experimentó cambios notables al observar con detenimiento esos ojos negros profundos y esos labios finos pero muy atractivos. El aumento en la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico provocaron una mayor irrigación sanguínea hacia sus órganos vitales, incluido el corazón. La liberación de adrenalina desde las glándulas suprarrenales aumentó la contractilidad cardiaca y mejoró la eficiencia del bombeo sanguíneo.
Sin embargo, a pesar de estas respuestas fisiológicas, María no logró superar su inhibición social para entablar una conversación con el joven. Las señales químicas y hormonales que habían despertado su atracción se volvieron insuficientes frente a su timidez y ansiedad social. La oportunidad de comunicarse se desvaneció gradualmente y lo sobrepasó sin decir nada.
Se alejó del chico unos pasos, pero una mano la sujetó suavemente del brazo. Se dió vuelta y era él, que le preguntó:
—Disculpá… buscás la clase de Química Fisiológica, ¿no? No pude evitar ver tu papel. La 205 es esta aula.
—Si, ¡muchas gracias!— Y estirando la mano para estrechar la suya, se presentó— Soy María, la profesora.
En los confines del universo, en un rincón lejano de la galaxia, existía un planeta llamado Xelion. Xelion era habitado por una civilización avanzada de extraterrestres conocidos como los Xelianos: seres inteligentes y pacíficos que habían explorado y estudiado numerosos planetas a lo largo de su existencia.
En una de sus inconmensurables aventuras, los Xelianos detectaron una señal desesperada proveniente de un pequeño planeta azul llamado Tierra. La señal transmitía mensajes de angustia y advertencia sobre la inminente destrucción de su hogar. Los Xelianos, conmovidos por el sufrimiento y la posible pérdida de una rica diversidad de vida, decidieron actuar.
Reuniendo a sus mejores científicos y arquitectos, los Xelianos se embarcaron en la construcción de un vasto arca espacial capaz de albergar a todas las especies de la Tierra. Utilizando su tecnología avanzadas crearon un ecosistema artificial dentro del arca que pudiera sostener y preservar la vida en todas sus formas. Y en lo posible, reproducirla.
Una vez que el arca estuvo completo, los Xelianos se dirigieron a la Tierra en una misión de rescate. Al llegar, observaron con tristeza cómo el planeta estaba devastado por las guerras, la contaminación y la explotación desmedida. Sin embargo, su objetivo no era juzgar, sino salvar a cuantas especies pudieran.
Con cuidado y precisión, los Xelianos comenzaron a recolectar a los animales en parejas y plantas en peligro de extinción. Desplegaron sondas robóticas para rastrear y recoger cada rincón del planeta, asegurándose de no dejar a ninguna criatura atrás. Cada especie fue cuidadosamente almacenada en compartimentos diseñados para mantener sus necesidades específicas.
Mientras el arca se llenaba de vida, los Xelianos también buscaron a los seres humanos que habían enviado las señales de auxilio. Tomaron una pareja y emprendieron el regreso.
Con el paso del tiempo, el arca se convirtió en un refugio flotante, navegando por el espacio infinito en busca de un nuevo hogar para las especies de la Tierra.
Después de un largo viaje, los Xelianos encontraron un planeta adecuado para la vida, similar a la Tierra. Con cuidado y precaución, liberaron a las especies una por una, asegurándose de que pudieran adaptarse y prosperar en su nuevo entorno.
Sin embargo, notaron que todas las especies pudieron reproducirse, excepto una: los seres humanos.
Y extrañados, se acercaron a la pareja de ancianos que, abrazados, negaban con la cabeza. —Alberto... medio boludos los aliens, ¿no te parece mi cielo?— dijo uno de ellos.
—Medio si los ves con un solo ojo, Claudio.— agregó el otro.
Esto pasó en un planeta llamado Prox-9, donde los seres humanos habían logrado colonizar y establecer una sociedad tecnológicamente avanzada. La vida en Prox-9 estaba regida por una estricta jerarquía basada en la cantidad, en lugar de la calidad.
En esta sociedad, el valor de las cosas y de las personas se medía únicamente en términos cuantitativos. Cuantas más posesiones, más poder y estatus se tenía. Cuantos más amigos, más valioso se consideraba uno mismo. Incluso la apariencia física estaba determinada por la cantidad de características consideradas deseables.
En medio de esta cultura obsesionada con la cantidad, vivía un joven llamado Alen. A diferencia de los demás, Alen no se sentía satisfecho persiguiendo las mismas metas superficiales. Él anhelaba algo más profundo y significativo.
Un día, mientras exploraba una antigua biblioteca abandonada, Alen encontró un libro polvoriento sobre la historia de la humanidad. A medida que leía, se dio cuenta de que había una época en la que la calidad era valorada sobre la cantidad. Los logros se medían por la excelencia y el impacto duradero que tenían en el mundo, en lugar de su mera abundancia.
Inspirado por este descubrimiento, Alen decidió desafiar la norma y comenzó a buscar su propio camino. En lugar de acumular posesiones materiales sin sentido, se enfocó en adquirir conocimiento y habilidades valiosas. En lugar de buscar popularidad superficial, se rodeó de unas pocas amistades verdaderas y significativas.
La gente de Prox-9 se burlaba de Alen y lo llamaba "el extraño". Lo consideraban un rebelde que no comprendía el verdadero valor de la cantidad. Sin embargo, Alen se mantuvo firme en su búsqueda de calidad y se dedicó a aprender y crecer en todos los aspectos de su vida.
Un día, la sociedad de Prox-9 se enfrentó a una grave crisis. Un agujero negro se acercaba peligrosamente al planeta, amenazando con destruir todo a su paso. La cantidad de recursos disponibles era insuficiente para proteger a todos los habitantes de Prox-9.
Ante esta situación, Alen, con sus habilidades y conocimientos de calidad, propuso un plan ingenioso que podría salvar a todos. Utilizando una combinación de tecnología y estrategia, logró redirigir el agujero negro y así salvar al planeta entero.
La sociedad, sorprendida por el éxito de Alen, comenzó a darse cuenta de que la calidad era mucho más valiosa que la cantidad superficial. Apreciaron la importancia de tener personas con habilidades y conocimientos significativos en lugar de una gran cantidad de individuos mediocres, y modificaron sus costumbres rotundamente.
Lo que importaba era la calidad, no la cantidad. Ya no se trataba de cuántas posesiones o cuántos amigos tenías, sino de la profundidad y el impacto de tus acciones. Alen se convirtió en un símbolo de inspiración para la sociedad de Prox-9, demostrando que perseguir la calidad en todos los aspectos de la vida puede conducir a resultados extraordinarios.
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Hoy, 90 años después, la población disminuyó tanto que están a punto de extinguirse. La educación, la salud, las vida social, todo se fue destruyendo al detalle dado el alto estándar de calidad fijado para todo, por todos. Nunca mas nadie estuvo de acuerdo con su prójimo debido a estas diferencias, incluso hoy en día, que van hacia la desaparición total.
Solo en algo se pusieron de acuerdo: Está terminantemente prohibido decir el nombre de Alen.
Esta es la historia de Ali. Ella provenia de una familia de musicos que le enseñaron a tocar la guitarra desde muy pequeña. Así que su sueño era ser una guitarrista famosa. Sin embargo, desde muy joven tuvo que trabajar como mesera en un bar y no pudo estudiar.
Un día la
llamaron, y le dijeron que su tía estaba muy mal, así que tuvo que viajar. Pero
el avión no llegó a destino. Hubo una tormenta muy fuerte y cayó al agua
Ella,
aunque muy cansada, logró llegar a la costa de una isla con un bosque muy aterrador.
Y tuvo que tratar de sobrevivir en esa isla misteriosa. Busco comida, hacerse
una casa y protegerse de los animales que la miraban desde la oscuridad.
Una noche
apareció un hombre lobo muy feo y muy peludo. Eso la asustó mucho al principio,
pero al pasar el tiempo se le fue el miedo. Y se le ocurrió una idea genial.
Durante varios
días estuvo recolectando madera, cortándola, lijndola, y buscando cuerdas. ¿Para
qué? Para hacer una guitarra.
Así, llenó
de música el bosque.
El hombre
lobo que estaba esperando el momento correcto para comérsela, escucho esa
guitarra y se volvió bueno. Y entonces se hicieron amigos.
Juntos
recorrieron el bosque y descubrieron un tesoro con mucho oro.
Luego
descubrieron en la playa restos del avión y con eso hicieron un carro. Ali
subió al carro el tesoro encontrado y se fue a una ciudad. Y de ahí volvió a su
pueblo.
Pero nunca se
olvidó de su amigo hombre lobo. Así que un día volvió al bosque y le hizo una
hermosa plaza de juegos para que él pudiera jugar siempre.
Y Colorín Colorado, este cuento se ha terminado.
-Iker Fernandez Sarasa y Miguel Fernandez.
“¡No sabés lo que me pasó!
Ayer por la mañana tomé un colectivo por primera vez, y al sentarme en el único asiento libre, descubrí un paraguas olvidado a los pies. Era un paraguas normal, de esos amplios, con manija curva. Sin embargo, a pesar de que mi primera intención fue llevárselo al colectivero para que lo tenga y lo devuelva en caso de que aparezca el dueño, decidí quedarmelo. Fue raro, pero después entendí todo.
Al bajarme, mientras jugueteaba con el paraguas cerrado, crucé una calle y la parte curva del mango se enganchó en la cartera de una señora… con tanta mala suerte que cayó de bruces al suelo. Bah, mala suerte… en realidad buena suerte, porque en ese instante pasó una moto a toda velocidad muy cerca nuestro, y si la vieja no se enganchaba con el paraguas la hubiera atropellado seguramente. De hecho, la doña me agradeció y me regaló un caramelo de procedencia dudosa. Yo, por supuesto, acepté con una sonrisa.
Esa fue la primera situación extraña del día.
Luego, caminando distraídamente, pensando en el suceso anterior, ocurrió otra cosa. El paraguas se me escapó de la mano, enredándose entre las piernas de un pobre hombre que estaba corriendo, que por supuesto tropezó y se dió un golpazo contra la puerta de un negocio. Quedé helado, sin reacción. Detrás del hombre llegó corriendo casi sin aire otro hombre de mayor edad, que intentando recuperarse a bocanadas, me sonrió. Y tras un enérgico gracias, agarró la billetera de las manos del primer hombre, la limpió y se la puso en el bolsillo. Tomó mi paraguas y me lo devolvió. De lo demás se encargó la policía, quienes me indagaron sobre cómo había atrapado al ratero.
Héroe, por segunda vez en un día.
Para ganar el tiempo que había perdido, me metí en un callejón por el cual hacía un atajo. Como en las películas, había una mujer acorralada por dos malhechores, a los que enfrenté con mi paraguas, blandiéndolo como si fuera un sable. Obviamente, a esa altura ya tenía una confianza desmesurada en el poder del paraguas, y confiaba plenamente en que iba a salir victorioso. Y así fue, porque con un movimiento veloz de esgrima pude desarmar a uno de los ladrones y sacarle su cuchillo, e inmediatamente ambos huyeron despavoridos, sin entender un soto lo que pasó.
La chica, me agradeció con un abrazo tan fuerte que casi me rompe las costillas; y sí, le saqué su número.
Luego, gracias a ese paraguas tan misterioso, salvé a nueve personas más. Todas fueron por haber utilizado el paraguas.
Cuando llegué a casa, luego de haber sido un héroe diez veces, con el paraguas en mi mano y una soberbia inmensa, me metí de una en mi habitación y comencé a flashear con trajes de superhéroes, y cómo iba a crecer mi popularidad a través de las redes, y cómo iba a conocer seguramente a Julia Roberts y a enamorarla con mis encantos de salvador popular y peronista, carajo.
Decidí finalmente, para no complicarme mucho, usar ropa normal, sin marca… por si alguna empresa me quiere esponsorear. Un poco de dinero no viene mal.
Me fui a dormir, abrazado al paraguas.
Hoy me levanté. Un día de sol increíble, pero llevé el paraguas igual. Tenía que seguir forjando mi leyenda. Iba a ir a mi trabajo a renunciar. Un héroe tiene que tener tiempo para ejercer. Las cosas a mitad de camino no salen bien. Me tomé un colectivo para ir más rápido, y la verdad pasó volando el tiempo. Es sabido que uno cuando sueña despierto, y planifica un futuro de cosas estupendas… se distrae.
Me bajé del colectivo y adviná que…
Sí, me olvidé el paraguas en el asiento.
Qué pena...”
— Es mentira pa, no te creo... ¿de verdad no podían?
— De verdad.— Ambos estaban sentados, uno al lado del otro. Ambos mirando hacia el centro del lago, ambos abrazándose sus piernas flexionadas, con sus peras apoyadas en sus rodillas.
— Pero... ¿cómo iban de un lado a otro?— Preguntó el joven curioso.
— Caminando.
— ¿Cómo los perros?— Volvió a consultar extrañado.
— Si, pero en dos patas.
La cara de asombro del pequeño Iker era bastante exagerada, pero cualquiera que lo mirara sonreiría seguramente. Su padre lo miró con picardía.
— Tené en cuenta que antes del Despertar, nosotros los humanos usábamos solo una porción muy pequeña del cerebro. Y no podíamos volar.
— Es cierto, es lo que estamos viendo en la materia Pasado de la Humanidad I.
— En ese entonces existía unos vehículos llamados autos,que utilizaban para trasladarse. Cuando las distancias eran grandes no podían ir caminando porque eso llevaba mucho tiempo de sus vidas. Y recordá que vivían menos de 100 años.
— ¿Menos? Wow, me dan un poco de pena.
— Si. Era muy sacrificado. Sin embargo...— Pel se quedó mirando al vacío, pensativo, mientras garabateaba en la arena.
— ¿Qué pasa, pa?
— Nada hijo. Es que antes eran muy felices por algo que hoy en día no existe más.
— ¿Qué era eso?
Las lágrimas aparecieron en el rostro del padre, la nostalgia lo invadió. Recordó a su propio abuelo, llamado Iker también. Y se secó los ojos.
— Hijo.— dijo girándose hacia él.— Lo que había antes y los hacía muy felices, pero hoy en día no existe más... son unas cosas llamadas "milanesas".
FIN.
“Hoy, 20 de octubre, se conmemora un nuevo aniversario de aquella hazaña que nunca podremos olvidar. Aquel día en que tantas personas comunes, como ustedes o yo, se convirtieron en héroes y sentaron un precedente que salvó a la humanidad.
Cuantos octubres anteriores habrán pasado sin imaginarse que harían semejante sacrificio. Sin imaginarse ni siquiera que el curso de la historia los llevaría a un contexto tan desolador como el de ese año. Un contexto en el que toda una nueva generación, la nuestra, estaba destinada a perecer antes de su nacimiento. Un contexto en el que la muerte hacía ya 50 años que no rondaba por nuestro planeta, gracias a la medicina avanzada.
A mediados de ese año todos los medios de comunicación enteraban oficialmente al mundo que desde principio de año ninguna mujer podía dar a luz a un hijo vivo. Ninguno nacía. Un mal que nadie pudo explicar. Ni la ciencia, ni las religiones, nadie. Nadie moría, pero nadie nacía.
Un destino que pudieron cambiar nuestros héroes. Ellos, que mezclaron religión con ciencia para poder encontrar una solución. Ellos, a los que hoy recordamos con dolor. Con mucha admiración, pero con dolor. Porque muchos de nosotros nacimos y crecimos sin haber conocido a nuestros padres. Nacimos, si,... gracias a ellos. Pero nunca pudimos darles las gracias.
Por eso, levantemos nuestras copas en su honor, y brindemos por la vida. Porque sin nuevas vidas, no hay humanidad. Solo barbarie y caos. Y brindemos por nuestros héroes. Los de ese 20 de octubre, y los de hoy.
Porque hoy nosotros también nos convertiremos en héroes.
Nuestros padres creían que el cupo de almas en la Tierra ya estaban completos, y que la sumatoria de fuerzas da cero. Que para que nazcan los bebés había que liberar cupos. Y que la fuerza de la vida sumada a la fuerza de la muerte da cero.
Así que alcen sus copas y beban hasta el fondo. Porque ese 20 de octubre nosotros fuimos la fuerza de la vida, y nuestros padres la fuerza de la muerte.
Y hoy, nos toca a nosotros ser los héroes. Ser el signo negativo.”
El salón era grande, de paredes blancas y pocas ventanas. Había muchas personas allí, todas ubicadas en los asientos, mirando hacia adelante, observando a uno que gesticulaba y hablaba.
En realidad, no todas miraban hacia adelante. Una chica estaba mirando en diagonal, a un chico sentado en la fila de adelante. Su cuello le llamaba la atención. Era bastante musculoso, y lampiño. Era un cuello muy atractivo, pensó. Y sintió ganas de besárselo. Cerró los ojos y se lo imaginó. Primero lentamente. Luego salvajemente.
El chico del cuello, ni sospechaba el deseo que le causaba a la chica. Sin embargo, él estaba curiosamente pasando por algo parecido. Su mirada estaba fija en la señora sentada cuatro filas delante suyo. Era mayor que él, y aun así le encantaba su femeneidad. Cada vez que ella miraba disimuladamente hacia los costados, su pelo la acompañaba con una gracia deliciosa. El chico sentía un poco de vergüenza, porque pensaba que el corazón latía con tanta fuerza que se escuchaba por todos lados. Esa mujer seguramente era increíble en la cama.
La mujer no sentía la mirada del chico clavada en la nuca. Ella miraba al costado cada tanto, pues el hombre sentado a su lado le producía una reacción química indescriptible. Sexual, por supuesto. Su mano rozaba suavemente la mano del hombre, y eso la excitaba mucho. Pensar en el contacto físico prohibido la estimulaba a pensar soezmente. En primero lugar, porque el hombre tenía un anillo de casado. En segundo lugar, porque hacía mucho que ella no tenía contacto físico con alguien. Se relamía los labios de manera inconsciente. Y el hombre podía haberlo notado de haberla visto. Pero no lo hizo.
El hombre estaba inmerso en sus pensamientos. Tenía que volver a casa, con su familia, antes de la cena. Es decir, con una de sus familias. Tenía dos. Dos esposas, con dos hijos cada una. No es necesario aclarar que ninguna sabía la existencia de la otra. Y lo peor de todo, es que tenía una amante, sentada en la fila de atrás, con su marido. Él solo quería que la amante se levantara y pasara por delante, haciéndole una seña para que vaya, y tener sexo en algún rincón escondido.
La amante fantaseaba estar con el hombre y con su marido a la vez. Hacer un trío era su fantasía. El marido observaba lascivamente a la adolescente de la primera fila, con su falda corta. La adolescente le tomaba la mano a su novia, sentada a su lado. La novia se dormía, pues trabajó toda la noche… tuvo muchos clientes.
Toda esa cadena fue interrumpida por el señor que gesticulaba y hablaba, cuando dijo “… y esto, es palabra de Dios.”
Y todos contestaron al unísono “Te alabamos Señor”.
Encendió la cámara, y la colocó mirando hacia la pared de ladrillo, que estaba un poco mas presentable.
Le dió al botón rojo de "grabar", y mientras se peinaba descuidadamente con la mano caminó hacia el medio del cuadro. Ya tenía experiencia grabándose, dado que era un influencer medianamente conocido.
Colocó la mano izquierda con la palma hacia arriba, acercó la otra con aire de misterio y tragó saliva. Ya se imaginaba el futuro que le esperaba, lleno de dinero y fama. "El primer influencer con poderes" era la portada de todos sus pensamientos, aunque lo de influencer estaba de mas... ya que sería la primer persona con poderes. Pero lo que más le importaba era que por fin Silvia le iba a dar bolilla.
Sonrió levemente, ante tamaña visión...
Los dedos de la mano derecha generaron un chasquido un poco débil, pero alcanzo para la magia: de la palma emergió una llama de color roja, que duró algunos segundos.
Sacudió las manos y las colocó nuevamente como antes, haciendo un nuevo chasquido. Esta vez mas firme: el fuego esta vez fue mas intenso, y mas alto. Tuvo que cerrar un poco los ojos por el brillo súbito. Pero al poco tiempo desapareció.
Sacudiendo otra vez, dijo en voz alta: "Ya probé ocho veces antes de comenzar a grabar." Y miró a la cámara cuando agregó: "Juntos, ustedes y yo, vamos a ver de que se trata este nuevo poder que me fue entregado... quién sabe cuál es el límite!"
Se ve que el límite era de diez, porque nunca más logró generar una llama de nuevo.
Qué lástima que estas cosas no vengan con instrucciones...
Y tantas otras veces me tocó vivir al traidor en mis zapatos, que hasta inclusole agarré cariño, como aquella vez en la que me animé a dejarle mi número escrito en un papel a la chica que me gustaba.
Para terminar, hago un llamamiento a todos a dos cosas: reconocer al traidor, y aceptarlo. Solamente así podemos manejarlo y controlar sus consecuencias. Y quizás hacernos amigos.
"Maldición", me dije a mi mismo. Jamás voy a entender por qué cada vez que se me mete un dilema de este tipo me quedo pensando tanto tiempo. Si al fin y al cabo, la consecuencia es casi la misma.
Es decir, que cosa es primero... ¿el huevo o la gallina?
Si bien, depende del punto de vista, la mínima duda me deja en estado catatónico. Por ej, si hablas sintácticamente, primero es el huevo porque lo dijimos primero. Pero si sos un chino, primero es la gallina, porque leen de adelante para atrás. O si lo analizás religiosamente, primero fue el huevo, porque Eva en idioma antiguo, es Huevo (tiré chamuyo, lo sé). O si lo intentás definir desde un punto de vista hermenéutico telúrico incaico, tomando como inicio la teoría de Erasmo de Rotterdam sobre la vida... no vas a poder porque no tiene nada que ver.
Cuestión, estuve 4 horas intentando determinar esta cuestión...¿Primero que?¿el huevo o la gallina? ¿Primero que?¿el huevo o la gallina? ¿Primero que?¿el huevo o la gallina?
Finalmente lo decidí. Y me rasqué el huevo. Y después la gallina.
Turno a las 10 am, del martes 10 de Agosto de 2010. Es decir, hace exactamente cinco años y un día.
Aún me cuesta expresarme, realmente es un grave caso de mala praxis el que sufro yo.
Sucedió así: fui puntual, en ayunas. La operación iba a ser rápida, pero con anestesia total. 10.20 am ya estaba en la camilla, y poco después, el anestesista me durmió. No sé cuanto tiempo pasó, pero me despertó el movimiento de alguien a mi lado. Era ella, mi doctora, rodeada de tanta luz y tan difusa...
Me refregué los ojos, pues en ese momento pensaba que estaba soñando. Al abrirlos, ahí seguía ella. Mas linda aún. Con una mirada, me lo dijo todo. Con una sonrisa, me lo dibujó. En ese momento comprendí que la tenía incrustada muy profundo en mi corazón. Y jamás me la podré sacar...
Evidentemente fue mala praxis.
Sumergido.
La vida es un mar intranquilo, que no se queda quieto nunca. Por momentos las olas son demasiado fuertes, tanto que uno piensa que se va a ahogar. Por momentos, te da tiempo para salir a respirar, hacer la plancha y que las ondas te hamaquen suavemente, como arrullandote en piadosa armonia.
Sumergido.
Porque cuando en la superficie hay tormenta, dicen que hay que hacer submarino para que las olas no te den vueltas. Da un poco de miedo, eso si. Pero por lo menos no te desorientas. Solo es cuestion de esperar la pausa, nada mas. Todas las tormentas terminan eventualmente.
Sumergido.
Aunque ya no recordas cuanto tiempo hace que estas conteniendo el aire. Regulando los movimientos para que no se consuma todo el oxigeno. Usando los truquitos que te enseno la vida, como el de tener los cachetes inflados con aire, como un tubo extra que te da algunos segundos mas. Perdiendo la cuenta, pero sabiendo que superaste todo record mundial. Por lo menos el tuyo propio.
Sumergido.
Tratando de no olvidarte como era lo de nadar hacia arriba. Tratando de no sumergirte tanto que la superficie quede muy lejos. Tratando de no perder de vista el salvavidas. Tratando de sobrevivir.
Sumergido.
Creyendo ya que no hay nada mas que agua alrededor. Agua fria, y salada. Y triste, aburrida y desesperanzadora. Y un poco de Yodo, que no suma ni resta.
Pero salis a la superficie. Y descubris nuevamente el cielo. Azul, recortado por un arcoiris increible. Y el sol que te deslumbra y te hace poner cara rara. Aves cantando una melodia preciosa, y el olor proveniente de vaya a saber que rincon.
Y la playa ahi cerca, que te espera para vivir otra nueva aventura, en un ciclo que no tiene fin.
M!
-No entiendo.
-Que si el talle L no te entra, quizás te convenga un XL.
-¿Uno mas chico? No entiendo, disculpá.
-No no, un XL... uno mas grande.
-Pero XL no es mas grande que un L, es mas chico.
-No, estas confundido... el XL es mas grande que el L.
-No, vos debes estar confundido. Capaz te referís a un talle LX, no XL.
-Me estas cargando, ¿no? Yo estoy trabajando, no puedo perder el tiempo asi.
-No te estoy cargando. Y hablame bien, porque soy un cliente y necesito un talle mayor al L, y ya me estás cansando de tu tomada de pelo.
-Flaco, a ver... El XL es mas grande que el L, ¿de donde saliste acaso?
-De Roma, ¿que tiene que ver?
-Pará... ¿Roma?
-Claro.
-Ah, ahora entiendo todo. Ya te traigo un número mas.
Abro los ojos y pestañeo 3 veces. Me miro al espejo y me pregunto si está bien lo que estoy por hacer. ¿A quién no le pasó? Hay gente incluso que vive con esa disyuntiva. Todo el tiempo duda de lo que hace. ¿Por qué yo no? Lo que pasa es que usualmente lo creo una pérdida de tiempo... sólo voy a saber si está bien o no en el futuro. De hecho, en dos años voy a tener una perspectiva diferente que dentro de 10 años sobre este hecho. "Connecting the dots" decía Steve Jobs, haciendo alución a que sólo podremos entender el camino conectando los puntos hacia atrás. Algunos dirán que el bosque no se puede ver si el árbol está muy cerca. Otros dirán que los caminos del señor son misteriosos...
El reflejo me devuelve la viva imagen de la incertidumbre. Sonrío, pero extrañamente ese rostro no se inmuta. Eso pasa cuando la sonrisa es débil...
Esto me hace recordar que cierta vez, un anciano que se justificaba la cara de enojado constante con el "tengo sonrisa débil", me regaló un consejo que intento siempre seguir: cuando estés en la duda de si hacer algo o no, hacelo... es mas fácil arrepentirse de algo que no hiciste. ¿Por qué no aplicarlo a este caso? La duda me carcome la cabeza y me desgasta el pensamiento. Mis ojos rojos piden a gritos una decisión que prácticamente es inminente. O lo hago o no lo hago. Sigo el consejo del anciano, o me arriesgo a arrepentirme para siempre.
Un último suspiro antes de darle paso a la acción es el intento desesperado de mi cuerpo para alejar esos fantasmas interrogativos, por supuesto sin éxito, pero con una gran valentía. Otra sonrisa aparece, esta vez muy visible... y muy por dentro resuena victorioso la resolución de tan decoroso conflicto interno:
"Ma´ si... me saco el granito y chau!"
M!
Un tipo en la parada de colectivo, levantándole el dedo del medio al colectivero que no le paró.
Un colectivero que se enoja con un peatón que cruzó en rojo y al que casi choca.
Un peatón que está puteando a un político por un bache en una vereda que pisó.
Un político agrediendo verbalmente a un camarógrafo que lo filmó cuando no debía.
Un camarógrafo que cagó a su mujer con su compañera de trabajo.
Una mujer que le tira una mandarina a un verdulero que se la vendió en mal estado.
Un verdulero que le vendió una mandarina podrida a una mujer que le pagó con billetes truchos.
Una mujer que insulta constantemente a su esposo camarógrafo.
Un camarógrafo que persigue a un político para agarrarlo infraganti,
Un político que rechazó una asignación a un hombre que no tiene ni para pagar boleto.
Un hombre que no tiene ni para pagar boleto que cruza la calle en rojo con la intención de ganar un juicio por un choque de colectivo.
Un colectivero que no le importa ni un poco que le haga señas un tipo en la parada que no iba a llegar al nacimiento de su hija.
Un tipo en la parada que me pregunta si estoy en la fila.
Y yo que le respondo: No gracias, estoy mirando.
M!
Fui como cada semana a hacer las compras al almacén. En realidad, todas las semanas voy al supermercado... pero siempre me olvido de algo. Por eso suelo ir al almacén, a comprar lo que me olvidé. En este caso era leche, algo indispensable para mis hijos. Y como en el almacén la venden al mismo precio, y hay que hacer menos cola, voy allí.
Pero cuando estaba por ingresar al local, noto un negocio al lado, con un cartel medio caído y viejo, y una entrada bastante deteriorada. Sin embargo, me ganó la curiosidad y me asomé al umbral. Se podía ver un viejo sentado en una silla, bastante robusto y pelo blanco, abundante. Por dentro pensé que era Papa Noel jubilado y con menos panza, y me sonreí. Pero me arrepentí al instante, porque el viejo me vió y me invitó a entrar con un ademán. Miré hacia atrás, y no había nadie, asi que me hice cargo de la invitación y entré. No tenía ni idea que en ese momento me iba a cambiar la vida...
El viejo, con falsa inocencia me preguntó qué necesitaba. Y para seguirle la corriente bromeé de que necesitaba leche y responsabilidad. Me miró con esos ojos grandes (mas grandes que los lentes que traia puesto) y me preguntó nuevamente qué necesitaba.
-Nada- respondí con vehemencia, un poco amargado porque pensé que mi chiste era gracioso. Pero pensé un poco mas... ¿por qué dije "responsabilidad"?
Mi psicólogo solía decirme que detrás de los chistes hay una verdad. Quizás realmente pienso que necesito ser mas responsable. Obviamente lo dije porque siempre me olvido de algo, soy un colgado tremendo. Pero admito que no es solo eso. Siempre me olvido de las fechas de los cumpleaños, aun el de mi esposa. Siempre dejo para lo último lo importante, pensando que si lo hago a las apuradas me va a salir mal, y termino haciendolo a las apuradas igualmente por quedarme finalmente poco tiempo. Y con mis hijos... el mas grande se la banca dentro de todo. Me acuerdo del otro dia, lo tenia que ir a buscar a futbol. Llegué tarde, porque salí tarde. Estaba con una pelota, sentado en el piso. Era el último... ni siquiera el profe estaba. Encima le pregunté por qué no había estado pateando al arco para pasar el tiempo, y me respondió con mirada triste "lo hice, pero despues de un rato me aburri". Y lo peor... una vez se me perdió. En realidad, él es mas volado que yo, y colgó viendo una vidriera. Yo no me di cuenta, y cuando giré mi cabeza, ya no estaba. Lo busqué por todos lados. Y finalmente el chico de la verdulería me dijo que lo vió perdido y lo llevó hasta mi casa. Me volvió el alma al cuerpo, y lo demas no me importó (ni los retos de mi esposa, ni la cara de asustado de él), porque estaba contento y aliviado. Pero qué desastre que soy. Y con el mas chiquito... con ese soy pésimo. Me lo olvidé un rato en la bañera por ver a Riquelme en una conferencia de prensa. Cuando me acordé salí corriendo. Estaba todo arrugadito y sonriendo como siempre. Capaz se estaba cgando de risa de lo mal padre que soy. Pero la que nunca me voy a olvidar es cuando agarré ese perro de la calle para adoptarlo y salvarlo. Ni hace falta decir nada... ni siquiera quiero pensarlo. Todavía tiene la marquita en su piel, y la va a llevar por siempre. Realmente... soy un padre pésimo. Y realmente necesito una dosis grande de responsabilidad.
No sé cuanto tiempo navegué por mis pensamientos, pero cuando volví a la realidad, el viejo me seguía mirando con esa mirada profunda. Hasta juraría que leyó todos mis pensamientos. Y me preguntó: "Nada?".
Y de repente me miré en el reflejo de sus ojos, cayendo nuevamente en esa red de pensamientos.
Veía a un tipo comun. Maduro y ocurrente. Su esposa lo había elegido por eso. Un hombre con todas las letras, que la cuidó siempre, desde novios. La protegió con todas sus fuerzas, la amó y la ama con todas sus energías, y por quién sacrificó su vida cómoda. Un tipo que pasó días enteros sin dormir para terminar la carrera, y para trabajar mientras tanto, y que no les falte nada. Un tipo que ama a sus hijos como a nadie, y por los que pasó noches enteras sin dormir, tardes enteras enseñandoles a hablar, caminar, sonreir, disfrutar... es decir, a vivir. Los alimenta, los instruye, los protege, y les da confianza. Un gran padre, aun con sus errores, que jamás los volvió a cometer. Pude verme a mi mismo en ese tipo, y sentí un gran orgullo. Sabía que mi familia, conmigo, iban a ser felices para siempre.
Y ya desde mis propios ojos, sonreí sin mirar al viejo, y repetí nuevamente: "Nada...".
Este ha de ser un cuento breve. Tan breve que no tiene ni introducción ni nudo, solo este prólogo, y un desenlace.
“Finalmente, luego de esa cena tan exquisita, quedó encendido el incontenible gusto por cocinar, desplazando completamente a su fascinación por cantar. Y pasó a ser el hombre al que le encantaba cocinar, aunque lo hacía muy mal.
Sus vecinos, poco a poco dejaron de rezarle a Dios para que deje de cantar.
Sus amigos, poco a poco comenzaron a rezarle a Dios para que deje de cocinar.
Fin.”
M!
A mí me gusta dar consejos. Está bien, la gente no me los pide en general, pero yo se los doy igual. Creo que soy muy bueno en eso… mis amigos lo re desaprovechan la verdad. Tienen al alcance de la mano ser mejores personas sin necesidad de pagar a un consultor externo para ello. Me tienen a mí, pero no me usan.
Ok, en realidad, tengo que admitir que no es que no me los piden. Directamente me piden que no se los de.
Sin embargo, por más que lo intente, no puedo evitarlo. El destino se aparece siempre ahí, en el camino que tomaste justamente para evadirlo… y gracias a eso, conocí el amor.
Esto sucedió en el subte, hace ya 1 año.
Iba sentado en uno de esos asientos cortos, al final del vagón. No había mucha gente, y en el asiento del frente había una parejita. Ella le decía a él que no era necesario que bloquee su teléfono, que ella no se lo iba a revisar. Él insistió que no era por ella, que era por si se lo robaban. Y ella le retrucó que entonces, ponga uno con clave fácil, no con reconocimiento facial, sino era obvio que era porque tenía algo que ocultar.
Yo me moría por intervenir, y aconsejar a esa hermosa pareja. Pero no lo hice, me prometí no aconsejar a nadie por un tiempo… y venía bastante bien eh (por lo menos, mis amigos volvieron a estar cerca mío de nuevo).
Ella me miró, con un gesto dulce e inocente, y como si me hubiera leído la mente, me preguntó en voz alta:
-¿Vos qué opinás? ¿Algún consejo?
Y respondí casi automáticamente.
-Le recomiendo que no le ponga reconocimiento facial porque después cualquiera con cara de pelotudo lo va a poder desbloquear.
En ese momento, su sincera sonrisa determinó para siempre nuestros destinos.
M!
—No sos vos, soy yo —dice sin siquiera ser capaz de mirarme a los ojos, colorada, avergonzada. Me lo dice mientras yo me recuesto en la cama, a su lado.. En los tres segundos siguientes simplemente pienso, solo pienso. Me quedo callado, mirándola, pensando.
"No sos vos" me dijo, o sea, ¿no soy yo? Entonces ¿quién soy? Yo hasta hace tres segundos creía que era yo pero ahora resulta que no. "Soy yo" finalizó. Si, ya se que es ella. Es la que está poniendo en duda mi ser.
Pero si yo soy ese que se vistió de conejo blanco y con un ramo de rosas rojas le dijo: "¿Me perdonás?" ¿No se acordará? Soy el que dejó que frente a sus amigos sea humillado con un: "Ey! Decime te quiero, Chuchi". Soy ese que la defendió ante un especimen 3 veces mayor que yo. Soy ese, ¿recordará?
Seguro que ahora vienen recriminaciones. Y yo, como un caballero, callado. Y bien que me aguanté los pelos en el lavabo, la ropa interior colgada en la ducha y gritos tales como: "Cerrá la puerta del baño" o "Bajá la tapa del inodoro".
Pero claro, ahora para la señorita yo, "no soy yo". ¿Qué pasó al final? Ahora resulta que soy otro. Seguramente que ella es la que está con otro. Seguramente me engaña. Buscó la solución mas fácil. Fácil. ¡Fácil como ella! Al final terminó como todas, engañándome. Y me lo ocultó. Son todas iguales. ¡Ja! ¡No sos vos! ¡¿Pero quién te creés?! Y ella que me decía que yo me hacía la cabeza. Que yo era rencoroso. Que pensaba cualquier cosa. Que de dos líneas de texto hacía una novela. Antes decía eso...
Pero esto no va a quedar así. Voy a llamar a la loca de Sofía. Esa que dice ser su amiga y que cuando ella se iba al baño me tiraba onda, me guiñaba el ojo y me pedía mi teléfono y encima yo, tremendo gil, le decía: "No, sos amiga de Romi, cómo vas a hacer eso". Qué ciego e idiota fui. Ya va a ver esta. Le voy a pagar con la misma moneda. ¡Todas iguales! "No sos vos"... le voy a dar. ¡Embustera! Encima me lo dice en la cama. Podría habérmelo dicho antes de acostarme, pero seguro que me quiere ver sufrir. Comimos lo mas bien y no hubo reparos. Pero ya comidos, de repente, "No sos vos", ¿no?
Seguramente que la loca de su amiga le dijo algo. Qué rencorosa resultó la mujer que tengo a mi lado. Creí conocerla, pero ahora me sorprende con esa frase... Dios... "¡No sos vos, soy yo!" ¿Por qué no buscó algo original al menos? Y si, es igual a todas... Y yo, fiel y caballero, acá callado.
Seguramente que fue por la cena que le hice tener con mi madre. Su suegra. Siempre hablando de que su suegra tal o cual cosa, y no se acuerda que es mi madre, que no tiene que hablar así, pero son todas iguales. Primero todo bien, y tras una cena todo mal. Son todas así, nunca van a cambiar. Seguramente que es porque cocinó mi mamá y no ella. Que no soy yo, claro, seguramente. Y su amiga que me pedía el teléfono para organizar mañana algo. Mañana mismo llamo a Sofía y se lo digo por la cara.
No se ni qué contestar... Qué olor que siento... Seguramente que es lo que dijo que ahora me apesta. Es insoportable. Casi no puedo respirar del asco que le tengo. Aunque oliéndolo mejor siento que viene de abajo de la sábana...
La miro. Me mira y repite avergonzada:
—Perdoname, no sos vos, soy yo. La comida de tu mamá me hizo re mal.
—Está bien.—respondo avergonzándome un poco.
—Mañana saldremos con Sofía y su novio. Como no le quisiste dar el teléfono pasó por mi trabajo. ¿Acaso no te parece buena piba?
—Emmmsi.
—Bueno, hasta mañana.
—Te quiero, Chuchi—digo sin siquiera ser capaz de mirarla a los ojos, colorado, avergonzado.
Apago la luz. Me quedo despierto, reflexionando durante sesenta minutos mas.
Es increible que uno pueda pensar tanto en tres segundos y nada en una hora...
Este blog pretende ser la continuación -reencarnación- de mi otro blog, intentando que en esta vida sea mas ordenado y mas organizado.
Pero quien quiera ver al otro bichito, acá tienen la dire: https://miguelchuchu.blogspot.com/
Sin mas me despido,
M!
Se les comunica que como a mi se me dificulta bastante hablar sobre mi persona, he decidido ir a preguntarle directamente al fabricante.
Ni bien mi madre me dé una respuesta la depositaré en este espacio.
Gracias por esperar.
Suyo,
M!





